¿Amor por tus clientes?

El amor es una emoción difícil de definir, debido a que es algo subjetivo, cada individuo lo experimenta o expresa a su manera en espera de que el sentimiento sea recíproco. Curiosamente esta relación puede surgir entre una empresa y sus clientes, en la búsqueda mutua por la satisfacción de sus necesidades. Puede resultar un tanto extraña dicha comparación, más no imposible… como cliente se puede llegar a amar una marca debido a diversos factores que contribuyen para que se experimente esta emoción.  

Dicho sentimiento será motivado por parte de la empresa hacia sus clientes al brindar un buen servicio y atención, al generar confianza en estos por lo que ofrecen y así crear una fidelidad del cliente hacia la empresa.  

Un buen servicio, atención y calidad son factores esenciales que toda empresa debe procurar. Al cuidar estos aspectos, debe intentar crear una conexión emocional con los consumidores, para que al comprar un producto o hacer uso de un servicio, experimente más que satisfacción, que esta sensación este acompañada de felicidad, seguridad y respeto, es decir, aquello que te da la empresa al cumplir con lo que promete, generando una afecto que irá aumentando hasta convertirse en amor. 

Por lo que, si tus clientes tienen amor por tu empresa, corresponde ese sentimiento, pues, el hacerte de una clientela no significará deba dejarse a un lado los aspectos que en primer lugar los llevaron a ti. Mantén su lealtad al cumplir con los estándares que estos buscan, ya que, si encuentran esa satisfacción convertida en amor, habrá otros aspectos que pasen incluso desapercibidos, como el costo, el cual no será un impedimento siempre y cuando sigan satisfaciendo sus necesidades, y produzcan las mismas emociones. 

En palabras de Oscar Wilde: “Nunca ames a alguien que te haga sentir ordinario”, esto es lo que los clientes buscan, que lo que se les ofrece no lo obtengan con ninguna otra empresa, es decir, que no se pueda comparar.  

Así que ya sabes, si quieres que tus clientes te amen, primero debes amarlos tú. 

Escrito por: Carolina M.